Cada 15 de junio el mundo vuelve la mirada —aunque sea por un día— hacia una realidad silenciosa, pero masiva: el maltrato hacia las personas mayores. La efeméride, proclamada por la ONU, busca visibilizar lo que las estadísticas ya no pueden ocultar: una de cada seis personas mayores de 60 años sufre algún tipo de abuso, muchas veces en los mismos lugares destinados a cuidarlas.
Este 2025, la consigna es clara: “Abordar el maltrato en centros de cuidados a largo plazo: a través de datos y acciones”. Y mientras a nivel global la falta de personal capacitado y de políticas integrales sigue siendo una constante, en la ciudad de Cutral Co, una iniciativa concreta empieza a marcar la diferencia.
Una respuesta desde lo local: viviendas con enfoque gerontológico
En septiembre del año pasado, Cutral Co inauguró 32 viviendas especialmente diseñadas para personas mayores. El complejo, que ocupa 6.000 metros cuadrados, fue concebido con criterios gerontológicos: accesibilidad, adaptabilidad, seguridad y entornos pensados para fomentar la autonomía.
No se trata solo de “casas”: son espacios de cuidado y dignidad, donde el envejecimiento no se convierte en aislamiento, sino en pertenencia. En un contexto donde en muchos lugares del país las personas mayores sobreviven en condiciones de hacinamiento, violencia económica o abandono, estas viviendas son una forma concreta de garantizar derechos humanos.
Una deuda estructural
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el 64 % del personal institucional de cuidado admitió haber cometido actos de maltrato el año anterior. A esto se suma una proyección alarmante: en 2050, una de cada seis personas en el planeta tendrá más de 65 años.
Con el crecimiento de la población mayor y la mayor dependencia de centros de cuidado, la omisión estatal deja de ser una falla y se convierte en una forma de violencia.
Por eso, ejemplos como el de Cutral Co no deben verse como “logros locales”, sino como modelos a escalar y replicar. Porque cada política pública que garantice autonomía, cuidado y acceso a la vivienda es también una forma de prevenir el maltrato.
El maltrato que no se ve
El abuso hacia personas mayores no siempre deja marcas visibles. A veces se disfraza de desatención, de infantilización, de decisiones tomadas sin consulta. De negar la palabra. De imponer el silencio. De dejar a alguien “esperando” una respuesta que nunca llega.
Frente a ese escenario, el acceso a un espacio propio, adaptado y digno no es solo una mejora habitacional: es una restitución de derechos.








