En una entrevista exclusiva con el periodista Amadeo Carrizo, Marité Contreras, hermana de Suyai Contreras –actualmente detenida en la Unidad 16 de Neuquén– brindó un extenso testimonio donde denuncia una constante persecución policial, violencia institucional y un histórico conflicto familiar que sigue impactando su vida y la de su familia.
Marité comenzó explicando que, junto a otros hermanos, están unidos en medio de una situación que calificó como “una persecución sistemática”, marcada por constantes allanamientos en su domicilio y acusaciones que considera infundadas. “Jamás han encontrado nada ilegal en mi casa, ni drogas, ni armas, ni nada”, aseguró, mientras describía cómo los procedimientos policiales afectan especialmente a sus hijos, quienes han quedado en varias ocasiones solos durante estas acciones.
El trasfondo del conflicto, según relató, está ligado a una vieja disputa entre las familias Contreras y Charpentier, que ha dejado heridas profundas y que se remonta a varias generaciones. “Desde chicos sufrimos agresiones, amenazas, y ahora las cosas solo empeoran”, sostuvo.
Sobre la situación actual de su hermana Suyai, detenida por ser acusada de instigar un homicidio y luego por un intento de homicidio contra la fiscal que la investiga, Marité aclaró que “todo lo que dicen es mentira”. Rechazó especialmente las versiones que la vinculan con supuestas ofertas de armas y dinero para facilitar un crimen, y aseguró que “la chacra que mencionan está a mi nombre, no a la de ella”.
Además, expresó una gran preocupación por el hijo pequeño de Suyai, que permanece con ella en prisión. “El nene tiene una patología hepática, necesita cuidados especiales, y la cárcel no es lugar para un niño así”, dijo con angustia.
Marité denunció que la violencia no solo viene del conflicto con la familia Charpentier, sino también de la policía y la Justicia, a quienes acusó de hostigamiento y malos tratos.
La mujer relató que durante los múltiples allanamientos realizados en su domicilio, sus hijos menores fueron víctimas directas de violencia institucional. Según su testimonio, los procedimientos se llevaron a cabo con extrema violencia, sin contemplar la presencia de niños en el hogar. “A mis hijos los hicieron tirar al piso, les colocaron precintos en las manos y les gritaron como si fueran delincuentes”, denunció. En varias ocasiones, aseguró que los efectivos irrumpieron cuando los menores estaban solos en la vivienda, generando situaciones de miedo y angustia.
Además, remarcó que en ninguno de los operativos se hicieron presentes trabajadores sociales ni representantes de la Defensoría del Niño y del Adolescente, a pesar de la participación de menores en contextos de fuerte vulnerabilidad. “Jamás encontraron nada ilegal, pero aun así entran con fuerza, rompen puertas y humillan a mis hijos”, expresó con indignación, reclamando que ningún organismo se haya hecho responsable del daño psicológico que esta violencia ha provocado en su familia.








