Durante muchos meses se ha hablado sobre este joven debido a su incursión constante en el ambiente delictivo. Pero en definitiva ¿quién es?
Su familia vive en el barrio Belgrano, allí vive su madre y también lo hacía su hermano, antes de ser asesinado en esa misma barriada. Su vida ha sido marcada por el ambiente del delito, no quiere decir ello que carezca de valores sino que esos valores no incluyen el respeto por la propiedad ajena aunque si la lealtad y la defensa de sus seres queridos.
Desde muy joven, casi desde niño, vivió en situaciones de violencia y delincuencia. Ello lo llevó a estar involucrado en un enfrentamiento que lo dejó paralítico. Quienes lo conocen de esa época aseguran que desde ese día ha estado enojado.
Funcionarios judicales aseguran que Jairo “no encuentra su lugar en el mundo, no está bien en ningún lado”. Si bien la vida diaria es difícil para muchas personas que viven con discapacidad, en este caso es más complejo porque la identidad en el ambiente de la delincuencia tiene mucho que ver con la destreza física y la fuerza.
Es por ello que no entra en el estereotipo de persona discapacitada, a la que difícilmente se relaciona con la delincuencia. “Es que las personas con discapacidad son solidarias porque saben lo que es vivir con realidades que lastiman, pero el punto en este caso es que no quedó paralítico por una enfermedad sino porque le dispararon”, reflexionó una fuente consultada por este medio.
A los múltiples profesionales que les toca atenderlo continuamente en el hospital, Jairo les causa malestar. “Se maneja acá como se maneja en todos los lugares donde va, no tiene respeto, no reconoce ninguna autoridad, anda con la silla de ruedas por donde se le ocurre”, dijo una fuente del hospital.
Pero también le reconoció otras cualidades. “Lo visita mucha gente, es una persona convincente y muy manipuladora”, se reconoce.
Sus visitas constantes al hospital se deben, principalmente, a las lesiones que le provoca estar en la silla de ruedas. Pero no sufre dolor porque no tiene sensibilidad. No obstante su cuadro se complica con el tiempo.
Jairo se ha transformado en un problema para la institución médica, para la judicial, para la carcelaria y para la policial. No hay espacio donde esté contenido, en definitiva, no encuentra su lugar.