Noema Acuña fue asesinada el 25 de octubre de 2002, en Neuquén. Este crimen nunca fue esclarecido y la causa está prescripta. Sin embargo, sus familiares no dejaron de insistir en el reclamo de justicia.
La vecina era empleada de una inmobiliaria y esa mañana del 25 de octubre viajó a Neuquén en su Chevrolet Corsa, tres puertas de color rojo. Decidió hacerlo porque ese día se había dispuesto asueto para celebrar el acto central por el aniversario de Cutral Co que había sido el 22.
Sin embargo, Noema no regresó.
“Nada más se supo desde ese momento, después se encontró su cuerpo que apareció semienterrado en la zona de la meseta neuquina”, dijo su sobrino, Pablo Hodola, quien fue criado por Noema, en declaraciones a medios.
La vecina de Cutral Co, fue encontrada en la zona de la meseta neuquina, semienterrada a 40 centímetros del suelo, por unos crianceros.
La autopsia, realizada en la morgue de Neuquén, determinó que la mujer murió a causa de varios golpes de pala en el cráneo. La herramienta, que se cree fue el arma homicida, fue secuestrada en el baúl del automóvil de la víctima. El vehículo fue abandonado en Cipolletti.

Los resultados de la autopsia revelaron que Noema no presentaba heridas de bala ni de arma blanca, y tampoco signos de abuso sexual. El informe forense indicó que la víctima se defendió: se encontraron restos de piel bajo sus uñas y puñados de cabellos en sus manos.
A lo largo de los años, la investigación judicial que tuvo inicialmente como sospechosos a cinco presos que se habían evadido de la alcaidía 21, en la comisaría 14°, en pleno centro de Cutral Co, luego no se pudo sostener esa hipótesis. Las pruebas descartaron que tuvieran relación con el hecho.
Sus familiares sostienen que Noema tuvo una “seguda muerte”, que es la falta de justicia.
Los familiares intentaron a lo largo de todos estos años que el Estado brinde una respuesta. E incluso que el homicidio hubiese sido investigado con perspectiva de género, lo que no ocurrió porque prescribió.
Después del velatorio que tuvo Noema, dos días después de ser encontrada, en el cementerio sus allegados leyeron un escrito: “Cuidaste a tu sobrino (Pablo Hodola), hijo de padres desaparecidos (Oscar Hodola y Sirena Acuña) y hasta último momento estuviste con tu madre. No pararemos de exigir justicia”.
A 23 años del aberrante hecho, el grito de justicia para Noema, sigue latente entre quienes la conocieron y trabajaron para que se llegue a los culpables, sin que la justicia les haya dado respuesta, por eso su recuerdo sigue vivo.








