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Trueque 2022: la lucha diaria contra la inflación en Cutral Co y Plaza Huincul

En Plaza Huincul y Cutral Co ya no queda un día de la semana donde no sea posible concurrir a una feria de trueque.

Los feriantes se dan cita en los diferentes barrios con su mercancía a cuestas, para intentar vender o intercambiar algo que necesitan en sus hogares, desde alimentos a vestimenta.

La actividad representa para ellos una ayuda o complemento en la economía hogareña, jaqueada por la constante inflación.

Desde hace poco más de un mes, en la comisión vecinal del barrio Unión de Cutral Co se decidieron a “ocupar los miércoles”: ése era el único día de la semana que quedaba libre para realizar en la sede comunitaria la feria de trueque, porque durante el resto de las jornadas, el encuentro se desarrolla en otros puntos: los martes y jueves en el barrio Otaño de Plaza Huincul; los lunes en Brentana, los viernes en Progreso, y los sábados y domingos, en Monte Hermoso.

“Nos decidimos a hacer la feria debido a la situación. La inflación y los precios son muy altos, y muchos no pueden comprar zapatillas y ropa nueva, por ejemplo. Entonces esta es una opción para la gente”, contó Natalia Estrada, presidenta de la comisión vecinal del barrio Unión. Acompañada por sus compañeras vecinalistas Azucena Ulloa, y María Pérez, observan y atienden las inquietudes de los feriantes, mientras se desarrolla el encuentro.

En primera persona

María Pérez tiene un vínculo fuerte con el trueque. Cuenta que hace más de 18 años que se dedica a la actividad. Es pensionada, “con la mínima” , aclara , y con una sonrisa cuenta que lleva comida a la feria, para ofrecer a los otros feriantes. Ella es diabética, y parte de su medicación la paga de su bolsillo:  “el trueque es una ayuda  importante en mi casa”.

Tantos años de participar en los encuentros, le permiten vislumbrar algunos detalles: “la comida sale mucho, la ropa no tanto. Lo dulce es muy buscado y hay una diferencia importante con los precios de una rotisería o una panadería”.

Por ejemplo, una docena de empanadas cuesta en la feria más o menos $800 y una docena de bizcochitos (que puede pesar cerca de 400 gr) sale $300, cuando el kilo en la panadería cuesta aproximadamente $1500.

Lejos del trueque original, más cerca de la feria

El trueque se entiende como un intercambio material o de servicios entre dos partes, que necesita del común acuerdo entre ellas para consensuar el intercambio. Pero hoy, la inflación marca la cancha, y las personas intentan por todos los medios obtener dinero contante y sonante por la mercancía que ofrecen, para “tapar” los huecos que no pueden cubrir sueldos o ingresos personales. Por ejemplo, para pagar la luz o el gas, o pagar insumos que los chicos necesitan en la escuela, se necesita el dinero.

En Cutral Co y Plaza Huincul el trueque se asemeja actualmente a una feria. Se paga la mesa – poco pero se paga- entre 30 y 150 pesos, dependiendo ese cánon de cada sede. Según los organizadores, esa recaudación se utiliza en gastos generales del centro vecinal. Tampoco abundan artesanías o productos manufacturados, son los menos.

Hay una especie de folclore que rodea a las ferias: normalmente los feriantes llegan antes del horario de inicio para acceder a una mesa, que en el minigimnasio del Unión son 17. Algunas personas, dependiendo del volumen de lo que llevan al trueque, comparten la mesa con otras. El que no alcanzó a tomar una mesa, pone una manta en el suelo. También están los que llevan su propia mesa desmontable.  Las ventas o intercambios se dan entre las 14 y las 17 hs, pero si la tarde no se presenta buena, los feriantes inician la retirada antes. La mayoría de ellos participa de los grupos de Facebook de trueque, que son varios. Algunos incluso superan los 10.000 miembros.

Vanesa se sienta tras una mesa donde se apila mucha ropa. Es mamá de tres hijos, y también abuela. Cuenta que prefiere vender las prendas, pero a veces intercambia con otro feriante uno de sus artículos, por algo que necesite alguien de su familia: “¡Imaginate si tenés que comprar un jean en el centro, como $6000 salen! Contra $300 o $400 que podés encontrar acá”.

Su esposo trabaja, pero su sueldo no alcanza para todos los gastos de la familia. “acá hacemos una diferencia, nos ayuda”. Concurre a la feria con su hija y con una sobrina, todas llevan algo para cambiar o vender. En el caso del Unión, muchas mamás y familias llevan a sus pequeños, que juegan y se mueven entre los puestos.

María Rosa y Jazmín, mamá e hija, tienen un emprendimiento familiar de productos panificados: sobre la mesa despliegan bandejas de rosquitas, pastelitos, bizcochitos, entre otros. Volvieron al trueque cuando las restricciones de la pandemia lo permitieron. Esos meses de encierro y escasa actividad los vivieron vendiendo en su hogar, o haciendo delivery, para poder sostener el ingreso de dinero en la casa. Los vaivenes de la economía argentina las golpean duro: María Rosa pregunta preocupada si alguien sabe dónde comprar a buen precio la bolsa grande de harina, que es la base de su emprendimiento familiar. Sabe que si no consigue un buen dato, tendrá que levantar los precios de sus productos.

Belén es una mamá joven, tiene un puesto con verduras, frutas y huevos. El único del trueque en el barrio Unión. Un tío que vende verduras le da para que ella venda en su casa y en la feria. Su esposo tiene sueldo pero no alcanza para llegar a fin de mes. “Hago combos y ofertas, para que sean accesibles para la gente. Son cosas frescas”. Cuenta que más que intercambiar productos, los vende. “Acá nos sostenemos mutuamente”, aporta.

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