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Violencia de Género: tener un arma como defensa propia ¿por qué no es una solución?

Foto ilustrativa

Durante este 2020, tan atípico, la problemática de la violencia contra la mujer se focalizó en llegar a las víctimas que quedaron encerradas con los victimarios.

Pero en Cutral Co y Plaza Huincul además quedó marcado por la propuesta del fiscal Santiago Teran para que se autorice a la mujer víctima a tener un arma a modo de defensa. Esa afirmación tomó trascendencia nacional y le valió un enjuiciamiento al funcionario.

En el día de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, publicamos la opinión del pediatra David Rodríguez sobre esa propuesta de Teran y sobre cómo terminó el uso de un arma por la víctima de violencia, Sara Ibañez.

La primera aclaración que realiza Rodríguez es que “en relación a los “INDIVIDUOS VIOLENTOS”, en las Sociedades Organizadas, al PODER JUDICIAL le concierne la penalización de ellos, es decir, el que ejerce el poder de la fuerza para someter a sus allegados le será aplicada la pena en sus diferentes grados”.

Pero específicamente sobre lo que dijo Terán, el pediatra y forense Rodríguez opinó “abordar las situaciones de agresión con una defensa violenta solo generará más conflictos de alto riesgo, tal como lo podemos constatar en las experiencias asistenciales”. 

Un ejemplo del uso de un arma por parte de la víctima de violencia de género es Sara Ibañez. “En una navidad de hace años me correspondió examinar (como forense) los cadáveres de dos niños y un adulto, me informaron que además había existido la pérdida de un embarazo (un hijo), hecho que genera sensibilidades especiales. ¡¡¡Ella sabía, dónde tenía las armas, mi memoria se desdibuja y no es necesario mirar el expediente… creo que se utilizó una escopeta, un revólver y una cuchilla… Por este motivo reflexiono y exteriorizo una conclusión con basamentos de la realidad cotidiana: “ante una crisis de violencia, las emociones nos traicionan y la voluntad razonable se pierde”, relata Rodríguez.

“Es también conocido, en este dramático acontecimiento, que quien concretó esta acción, permaneció más de 2 días encerrada en el lugar del hecho. Las conclusiones cadavéricas forenses confirmaron esta circunstancia. Muy pocas personas pueden soportar un “escenario” de esas características. ¿Fue por un escape, fue por un martirio y sacrificio,  por un estrés postraumático? Las opiniones fueron múltiples, lo que más recuerdo fue que existió un silencio (por parte de ella) y que a ese silencio algunos lo interpretaron según sus intereses”, detalló Rodríguez.

“Un juicio y la condena se produjeron. Las variables que desencadenaron estos hechos son presumibles, pero se consideró que se generó un “acto descontrolado” que la trasformó en victimaria. Tal vez en la época actual el proceso judicial contemplaría otras variables. La duda se genera cuando consideramos  si su “acto descontrolado” fue utilizando la herramienta de “la legítima defensa” (tal como propuso Terán) y teniendo la “posibilidad de poseer y acceder a un arma”. Así lo observado demuestra que se  puede llegar a sufrir consecuencias de mayor violencia y mayor exclusión o re-victimización de la mujer o del hombre y a pesar de haber hecho uso de una herramienta legal legítima, debe pagar luego, la condena social por sus actos y la de los recuerdos que retornaran”, respondió Rodríguez al fiscal. 

Para finalizar, Rodríguez consideró “los Poderes Legislativo y Ejecutivo deberán proveer de recursos específicos de calidad y eficiencia para el Sistema de Salud, los Servicios de Acción Social y al Sistema Educativo  a fin  de que operen articuladamente para prevenir y desalentar la violencia. A su vez el Poder Judicial en su rol deberá aplicar las penalidades  reglamentadas por la ley y no sugerir o contribuir a generar defensas agresivas de efectos no previsibles”. 

Cerró Rodríguez al decir “reitero el relato que transmito es una visión personal de circunstancias vividas; lo exteriorizo en este momento especial donde las crisis en los distintos ámbitos, ante el desarrollo de la pandemia, pueden generar peligros, como el acrecentamiento de la “violencia de pareja o conyugal” o el incremento de la “precariedad social”, por el absurdo riesgo al que nos vemos enfrentados en el sistema consumista y de urbanización descontrolada, donde se están desatendiendo asistencialmente, etiologías básicas que generaran conflicto”.

 

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