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Familiares de las víctimas quieren que Candia tenga prisión perpetua

Una de las hermanas de Pablo Soto, que vive en Neuquen, contó qué fue lo último que le dijo su hermano antes de morir a manos de Jesús Candia.

El diario La Mañana Neuquen escuchó en la capital la versión que pocas veces se difunde en Plaza Huincul. Esto contó Paola, sobre el último día que habló con su hermano Pablo.

“Sí, hermanita, no te preocupes, yo voy a venir el sábado a Neuquén a cuidar a papá. Además, el domingo es mi cumple, vamos a comer un asadito”. Esas fueron las últimas palabras que Paola escuchó de su hermano Pablo Soto un día antes de que lo asesinaran de un escopetazo. El hombre, de 37 años, fue ejecutado a quemarropa en su casa de Plaza Huincul la misma tarde en la que debía tomar el colectivo para viajar hacia Neuquén para cuidar a su padre, Juan Soto, que estaba internado por una grave enfermedad. Nunca llegó a tomar el colectivo de las 16.

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El brutal ataque ocurrió cerca de las 14. Su vecino, Jesús Candia, ingresó a su casa con una escopeta 1270 y les disparó a él y a otros dos amigos que estaban allí. “Maté a tres, me faltan cinco”, habría dicho Candia cuando lo detuvo la Policía aquel sábado 13 de mayo de 2017, caminando con el arma ensangrentada en la mano, cuando aún creía que habían muerto todos.

Ese dolor atormenta a Paola, quien entre lágrimas dijo: “Queremos perpetua, mató a mi hermano sin piedad”. Esa condena no será posible porque debería ser juzgado por un jurado popular y la fiscalía no quiere arriesgarse a que haya un veredicto de inocencia. Por ello optó por un juicio a través de un tribunal de jueces, que no puede dar más de quince años de condena.

A poco más de cuatro meses del doble crimen de Plaza Huincul, donde fueron asesinados su hermano Pablo y Arturo Sánchez –José Prono logró sobrevivir–, la familia Soto, a través de una de las hermanas de la víctima, decidió hablar con LM Neuquén y contar su versión.

“Estuve con Pablo el viernes anterior a la masacre. Le pedí que viniera a cuidar a papá porque de todos los hermanos, él era el que más aguantaba de noche y, además, se llevaba re bien con mi papi”, recuerda, aún muy angustiada, Paola, mientras mira la última foto que tiene de ambos juntos.

Es que tras la tragedia del crimen de su hermano, la familia debió afrontar la muerte de su padre 17 días después, con el tremendo dolor que le provocó que le arrebataran a su hijo.

“Ese sábado me llamó una hermana y me contó que a Pablo lo habían matado por una soldadora. No lo podía creer, viajé a Huincul, dejamos una señora cuidando a papá. A mi hermano lo velamos el día de su cumpleaños, fue terrible”, recordó.

Lo que más mortifica a Paola es que al volver a Neuquén su padre, aún internado, le preguntó por su ausencia y por la de sus otros hijos y, al no recibir respuestas, permaneció en silencio. “Yo sé que mi papá supo en ese momento que le habían arrebatado a un hijo”, señaló.

 

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