Extrañamente, en Plaza Huincul ocurrieron dos hechos de homicidios múltiples en circunstancias similares. Uno fue en 2001 y terminó con tres integrantes de una familia muertos, 16 años después hubo dos muertos nuevamente por una disputa de vecinos.
Para aquellos que no lo recuerden, en 2001 el barrio Centenario (el mismo donde ocurrió la tragedia actual) fue escenario de la muerte de Margarita Mardones, de 40 años, y de dos de sus cuatro hijos: Pamela Cofré, de 18, y Cristian, de 15. El autor fue Alcides Armando Domínguez de 52 años, panadero de profesión, quien había concurrido al noticiero local para denunciar la falta de soluciones a su problema de varios años con la familia Cofré. Luego del triple homicidio fue condenado a 36 años, pero luego liberado porque la Corte Suprema anuló su juicio por una falla técnica en el proceso. Desapareció de Plaza Huincul, al igual que su familia que debió mudarse sin dejar rastros.
Más de una década después ocurre algo similar. Ayer el fiscal Santiago Terán explicó que las diferencias entre Soto, una de las víctimas, y Candia “eran nimias, no eran de fondo, no era una agresión de todos los días o una perturbación que pudiera alterar el ánimo del sujeto (Candia)” y contó que en los primeros días de abril Jesús Candia y Pablo Soto fueron citados a la sede judicial para una audiencia de conciliación a fin de lograr la paz entre ambas familias. Ellos “aceptaron y firmaron para no molestarse más”, ya que si bien el conflicto era antiguo, no existían denuncias de incidentes entre ellos, sino más bien acusaciones cruzadas por robos y agresiones.
No obstante, en fechas cercanas a las de la firma, Candia adquirió la escopeta 12:70 que usó en el doble homicidio, pero además “lejos de poner paz fue a una radio a hablar de la situación” señaló Terán.
No parece ser casual la cantidad de puntos en común entre los dos casos. Más allá de los análisis judiciales, el nuevo caso parece requerir de un estudio social más profundo. Muchos vecinos y vecinas han manifestado que Candia “se cansó de la situación” y parecen ser comprensivos con su actitud. Lo cierto es que Candia, al igual que Dominguez, tomó la vida de otros pero además dejó sin resguardo ni protección a su propia familia, a la que decía defender.