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Gobernabilidad: cada vez más lejos de Giannattasio

Foto de archivo

La gobernabilidad es un concepto difícil de definir, pero para el caso de esta columna de opinión  se refiere a la posibilidad de ejercer efectivamente un gobierno. Para que pueda existir se requiere de dos partes, las autoridades y los ciudadanos, que aceptan esa gobernabilidad. En Plaza Huincul se ha perdido.

Con la publicación de la decisión del Tribunal Superior de Justicia de mantener a Giannattasio en la intendencia hasta evaluar todos los aspectos de la crisis, se desató la indignación. Es que los ciudadanos de Plaza Huincul, no involucrados en uno u otro sector, miraban desde lejos el proceso en contra de Juan Carlos Giannattasio y evaluaban su destitución como ya decidida.

Ante el suspenso que le puso a la crisis el máximo tribunal de Justicia se sintieron defraudados. Y allí viene el problema de la gobernabilidad. Todavía no lo decidió el TSJ pero si lo hiciera, si dejara a Giannattasio en la comuna ¿podrá gobernar?

Creo que si así fuera cada decisión será cuestionada, cada error será magnificado, se habrá perdido la confianza. Esa misma que la mitad de la población depositó en el MPN al votar a Giannattasio como intendente y que ahora mira desconfiada al municipio. En la creencia popular, el gobierno de Plaza Huincul es corrupto. Porque pagó sobreprecios injustificables a la empresa Rentaquen, principalmente.

Y es que los sobreprecios son injustificables a tal punto que en ningún momento la defensa del intendente argumentó que los pagos son falsos. En el Concejo Deliberante por el juicio político sostuvo que no se votó el inicio del proceso en una sesión y en la Justicia Penal argumentó que no se pueden utilizar las pruebas porque son autoincriminatorias, es decir que los acusados se vieron obligados a informar sobre las facturas pagadas a Rentaquen y que no pueden usarse en su contra. Este argumento fue tres veces rebatido en el juicio penal.

El camino de Giannattasio en el gobierno es un túnel en el que no se ve luz al final.

Por Cecilia Soberon

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